lunes, 1 de noviembre de 2010
SENTIR LA TARDE
martes, 12 de octubre de 2010
SUEÑO
Intangible la noche se despliega.
La tarde naranja
y cada murmullo de luz, comenzaron a ceder.
Entonces
un tacto desciende en mis parpados.
Sin embargo
no quiere que yo abra los ojos,
enraíza a lo más hondo de mis epitelios
gestando imágenes y suspiros.
Siento en mi caleidoscopios,
ángulos, palabras y tiempo.
Poco entiendo de este lenguaje
aunque sea yo su traductor
a estas limitadas líneas.
¿Cómo explicar este dulce fervor
de transgredir la realidad infinitamente?
***de rapidin, porque no, un petit poem. por ahora la base de operaciones sigue tomada, no sabemos hasta cuando recuperemos nuestra posicion orginal :s
domingo, 1 de agosto de 2010
DOS: BAR+WHISKEY+BLUES=DECISION
ººaqui, volumen 2
ººPara potenciar la concentracion plàsmatica de este entrada puede:
a)Sirvase de leer con un vaso de whiskey, de preferencia, o cualquier otra bebida en su defecto.
b)Dele play a "whiskey in the jar" -metallica, o bien, "since i`ve been lovin you" -led zeppelin
c)invite a sus amiguitos, platiquen de todas aquellas incidencias hearthbreakers
d)termine hechando tequila y escuchando a jose alfredo jimenez
Pasadas las once de la noche, como siempre, Sadie salió de trabajar. Desde donde estaba se veía la playa y la luna refulgiendo sobre el inabarcable mar oscuro. Comenzó a caminar por las calles casi vacías, ya pocos autos transitaban. Después de una breve caminata llegó a un edificio de mal aspecto.
En la entrada había basura amontonada y dormía un perro. Las luces de algunos departamentos aún estaban encendidas, incluyendo las de aquél del último piso. Contempló el interior, puso las manos sobre los barrotes de la reja metálica, el óxido y el salitre le eran familiares en las palmas.
Pero sí entró. Comenzó a subir. De las agrietadas paredes la pintura se resquebrajaba y algunas prendas colgaban del barandal de las escaleras.
Llegó al último departamento. Antes de tocar escuchó voces y risas en el interior, un hombre y una mujer se divertían, no era la primera vez que se encontraba con esa situación. Se quedó unos momentos parada frente a la puerta pensando que hacer. Decidió mejor irse de ahí. Del edificio fue a una calle donde había un bar. El hombre que cuidaba la entrada la miró y la saludó con un gesto. Adentro buscaba a alguien, una mujer se le acercó tocándola por la espalda, era Aura, su amiga que trabajaba ahí.
-Pensé que no vendrías –Dijo Aura abrazándola.
-Sí, pero es que pasé antes al departamento.
-¿Y luego?
-Nada, ya sabes qué.
-Mira, te doy mesa, en cuanto esté más vacío platicamos. ¿Quieres lo de siempre, no? –Dijo Aura.
-Sí, está bien, gracias –Contestó Sadie.
Había una ventana junto a la mesa de ella, el exterior regalaba una postal nostálgica: luces tenues, calles intrincadas y al fondo, en el horizonte, el mismo mar insondable que parecía unirse al cielo. Aura le llevó a Sadie whiskey y un cigarro.
-Regreso. De todos modos hoy no se llena mucho.
-No hay problema. No sé si mañana también podríamos vernos, no me quedaré tan tarde, estoy cansada –Contestó Sadie encendiendo el cigarro.
-Sería mejor así, te ves mal.
-Ya me acostumbré –Contestó Sadie exhalando humo.
-No creo, pero regreso. Piénsalo bien. –Dijo Aura yéndose para atender a otros clientes.
Sadie contemplaba por la ventana mientras fumaba y bebía. Colgó su pesada bolsa en la silla. "Por fin podre liberarme de esta carga" Pensó. Y de ella sacó hojas de papel, un sobre con una dirección, destapó una pluma y escribió:
Roberto
Estoy en el bar donde trabaja una amiga. Fumo. Desde que te conozco lo hago sin parar, y como el humo, mis pensamientos son difusos, asimétricos, frágiles. Se disuelven en la atmosfera viciada de este bar. El whiskey se dispersa en mi boca, me encanta, parece un consuelo.
Me siento aturdida. Trabajo de siete de la mañana a once de la noche. Siento que es como arrastrarse. Lo sabes bien, muchas veces saliendo iba a verte, era lo que más esperaba después de trabajar. Aún lloviendo, tarde, o sin mucho dinero, quería estar contigo, saberte de mí. ¿Qué cosas no?, siempre he sido muy ingenua, la mejor de las que hay, hice lo que pude porque te amé, cuánto te amé, querido, cómo te amé, pero desde que lo estuve haciendo fui perdiendo la razón”…
Interrumpió la escritura, dio un trago al whiskey. Aura llegó.
-¿Qué tal está? –Le preguntó.
-Buenísimo, me acabaría una botella.
-¿De verdad? ¡A que si te la traigo! –Contestó Aura haciendo que iba.
-No, no es para tanto. Aunque si me gustaría, deja pensarlo.
-¿Qué no es para tanto? ¿Qué esté bueno el whiskey o que así te traiga ese imbécil?
-Cálmate, eso no tiene nada que ver, ni me acordaba. Estoy bien –Dijo Sadie.
-Bueno, nada más preguntaba. Pero tenemos que hablar. ¿Qué tanto escribes, eh?
-Oh, nada; cosas del trabajo.
-¿Cosas del trabajo? No harías eso aquí –Respondió Aura tratando de leer.
-Sí, pero es algo urgente que tengo que entregar pronto –Dijo Sadie cubriendo la hoja con el antebrazo, para que Aura, quien era llamada por unos clientes, no la leyera.
-Vuelvo, deja de hacer eso. ¿Para qué trabajar aquí?
Sadie continuó.
…”Así como lo lees, fui perdiendo la razón. Al principio era perfecto. Te lo agradezco, fingiste muy bien quererme, como buen actor, parecía que yo te importaba. El tiempo pasó y fuiste sacando quien en verdad eres. Borracheras, adicciones que no te conocía, que si te ibas con alguien pretextando no estar sobrio, y para complementar, yo aceptándolo. Por eso digo que a veces fui muy ingenua. Tantas veces supe que te ibas con otras, diciendo “que eran buenos conocidos”. “Si me porto así es porque tú me lo permites”, respondiste cuando alguna vez te reclamé diciéndote que eras el amor de mi vida, que estúpida, rectifico ahora; el cínico de mi vida.
Ahora que he tomado este tono, no sé que más escribirte. ¿Qué te odio?; te odio, ¿qué me siento rota, triste y desolada?; no es difícil concluirlo, ¿qué escribirte esto es darte mucha importancia?; tal vez sí, pero lo hago para sacar lo que se está pudriendo en mí de ti.”…
El cigarro se había terminado, Sadie lo dejó en el cenicero. Los ojos le ardían, sentía que no podría terminar la escritura.
-¿Todo bien? –Preguntó Aura sentándose en la misma mesa.
-¿Si, porque? –Respondió Sadie.
-Tienes los ojos muy rojos, parece que quieres llorar.
-No los tengo así, ya te dije que estoy bien.
-Si los tienes, quieres llorar.
-¿Bueno y a ti qué te pasa?, ya te expliqué que estoy cansada. ¿Cómo se supone que debo verme después de trabajar de siete a once?, ¿eh?, dime. Después no dormir bien y vivir como vivo –Dijo Sadie haciendo a un lado las hojas y mirando fijamente a Aura.
-Perdóname, ¿no? Lo pregunto porque eres mi amiga, en verdad te veo extraña. Sólo me preocupas; pero mira, dime si quieres que me vaya para no interrumpirte más y tampoco pelear por insignificancias.
-Sí, Aura… eres mi amiga, y también haría lo mismo. ¡Pero compréndeme!… y perdóname, no sé qué tanto estoy diciendo, tú no tienes la culpa.
-Claro que te entiendo. Mejor deberías irte a descansar ya.
-Lo sé, gracias por preocuparte. Qué bueno ha sido tenerte Aura.
-No hay de que agradecer. Si de verdad algo te inquieta, cuéntamelo. Tómate tu tiempo, no hagas locuras desquitándote con otros.
-Tienes razón, lo siento. Prometo no hacer nada –Dijo Sadie.
-Eso espero, te conozco. No se te vaya a ocurrir salir de acá medio borracha e irte por ahí a hacer quién sabe qué.
Ambas rieron un poco.
-Nada de eso, lo juro. Tráeme otro cigarro, por favor –Dijo Sadie.
-Está bien, ahora regreso. Y guarda tu “trabajo”, me das pena –Contestó Aura riendo.
…“Haciendo punto y aparte, sabes de mi melomanía. Aquí empezaron a tocar un blues exquisito que conozco a la perfección. Tiene un órgano adorable. Desde las seis tensas cuerdas, el guitarrista teje un gran solo, y el vocalista, agudamente doloroso, conduce la canción con un sentimiento nítido. Va tan bien para este instante, tiene unas líneas que dicen: “Since I’ve been loving you, I’m about to lose my worried mind”; ¿coincidencia? Se me ocurre que esta pieza podría conformar la última canción para el soundtrack de una vida. Ha dolido escribir estas líneas, dolerá aún más en el siguiente párrafo. Pero tengo que asumir este dolor, mientras duela, dolerá; ¿si no soy yo quien lo viva, entonces quién?, ¿si no es ahora, cuándo?, ¿si no es de esta manera, cómo?”…
Aura le llevó el segundo cigarro.
-Vas rápido –Le dijo.
-Pero ni siquiera llevo la mitad del vaso.
-Del whiskey no, me refiero a que escribes rápido –Dijo Aura contemplando la caligrafía.
-Ah, sí; bueno, no. Todavía no acabo.
-¿Si?, ¿no?, ¿todavía no acabas? Deja eso. ¿Es necesario hacerlo aquí?
-Solo estoy comenzándolo –Respondió Sadie.
-¿Nada más comenzándolo? Si llevas bastante. Además, nadie que tenga “un trabajo tan importante”, lo haría en un bar. ¿Qué tienes? –Dijo Aura.
-Nada; nada… Bueno, es que también se me han juntado varias cosas más, eso es todo.
-Sadie, no te presiones.
-Es tan fácil decir eso.
-¿Entonces qué quieres que te diga?, es un consejo solamente. Quiero que estés lo mejor posible aun en tu situación.
Sadie colocó sus manos y cabeza sobre la mesa. Se frotó los ojos, suspiró.
-En eso tienes razón, para qué estar así de más. No sé, en verdad no sé –Dijo Sadie.
-Tranquila, lo que sea te escucho. Espera, casi termina mi turno. Aunque sería mejor que te fueras a descansar. ¿Qué puede ser tan grave?
Sadie encendió el segundo cigarro, inspiró profundamente, expulsó el humo por la nariz.
-Sí, tal vez ya debería irme.
-Con más calma luego me contarás todo. En seguida regreso, pero si te vas antes, solo búscame –Dijo Aura levantándose.
Sadie dio un pequeño sorbo al whiskey antes de continuar.
…”De aquí en adelante es el final, me largo. Hace un rato fui a tu departamento, quería decírtelo de frente pero estabas con alguien. No quise interrumpir o averiguar tu compañía. Te diría algunas cosas aparte de que me harté de tus engaños, cinismos, abusos, excusas; de lo que hablabas de mí, de si yo era la “otra” y las otras “en serio”; me cansé hasta de mí, de los pensamientos que he tenido y odiado cada minuto. Me siento como una rata que ha corrido desesperada muchas veces el mismo laberinto, y ahora; agazapada, herida, exangüe y temblorosa, espera en un rincón estrecho las zarpas del depredador que la ha acechado, lo que significa para mí, el miedo, la soledad y lo desconocido. Aún debo decirte lo más importante. Hace unos días me confirmaron ser VIH positiva, me jodiste la vida, miserable cabron. Me explicaron que el síndrome nos aparecerá lentamente, en algún tiempo no lo notarás. Adelgazarás, tendrás cáncer de piel, enfermaremos seguido escupiendo sangre, flemas y arrepentimiento; hasta que una simple gripa te mate (o nos mate). Además, antes no te conté sobre las infecciones menores que me contagiaste de por cuanta puta te cogiste. ¿Qué harás?; no me importa. Y lo último, espera; estoy embarazada. Me despido. No sé si esta decisión es consecuencia de la insania que he vivido últimamente, o viceversa; si la he tomado en un breve y brillante intervalo de lucidez a lo largo del naufragio de mi razón. ”
Sadie terminó lo que restaba del whiskey con un solo trago, depositó la carta en el sobre, y ya cuando el blues había finalizado; de su bolsa sacó un revólver que encañonó sobre su sien derecha.
miércoles, 28 de julio de 2010
I: EL ROSARIO

La habitación es amplia. Hay una cama, dos cómodas al lado y un espejo en frente. La oscuridad se insinúa en ciertos rincones del cuarto iluminado apenas por la luz de una lámpara que se filtra a través de la ventana. A través de ésta, puede verse una calle solitaria con casas cuyos tejados se aproximan entre sí y árboles nudosos que han perdido casi todo el follaje de sus liosas ramas. La hojarasca es un alfombrado que al soplar del viento se dispersa crujiendo. La luz de la luna se refleja en los azulejos y vidrios de las casas, sobre los tejados, los gatos andan sigilosos.
Un delicado cortinaje blanco enmarca la amplia ventana. Entre sus pliegues se distinguen a contraluz dos siluetas, dos murmullos distintos. Se oye la cadencia de los besos más el roce de las ropas con la cortina.
Un poco más alta, Estela abraza a Sadie por la cintura, Sadie ríe y se prende a su cuello, alrededor de las dos, lo único es la suavidad blanca de la cortina. Jugando envueltas, el cabello de ambas se une en un solo cauce para desembocar en el rostro y cuello de la otra.
-¡Ya!, ¡ya!, ¡ya! Nos pueden ver –Dice Sadie entre risas como respuesta a los besos de Estela.
-¡¿Quién nos va a ver?! Si bien que te gusta. Afuera solo hay gatos –Responde Estela.
-¡Pues los gatos! ¿O la luna?
-¡Tú estás loca! –Contesta Estela.
Salen de su escondite, en el cristal se empieza a condensar algo de rocío. La piel de ambas contrasta en la noche: la de Sadie, clara, parece brillar contrastada con la oscuridad de Estela. En el cielo algunas estrellas se pueden distinguir. Abren la ventana para contemplar el celaje nocturno. Una leve corriente de aire sopla. Estela vuelve a abrazar a Sadie.
-¿Te digo algo Estela?
-Dímelo.
-A veces pienso que tu piel es como el cielo, o que el cielo es como tu piel, no lo sé, algo así –Dice Sadie acariciando los brazos de Estela estrechándola.
-¿Eh?, ¿cómo?, no entiendo.
-Sí, porque tus lunares me parecen estrellas, y por que el color de tu piel, es como un cielo de noche –Responde Sadie,- tienes la piel de cielo.
-¡Ah! No lo imaginaba, no sabía que eres astrónoma.
-Tal vez solo de ti –Responde Sadie tocando con un dedo los lunares de Estela en sus manos, cuello y mejillas,- …si, ahora lo soy por ti –Añade besándola.
-Pues sabes que en mí hay más constelaciones, otras aún más secretas e intrincadas. Todas son para que las indagues como quieras.
Comienzan a extender el ímpetu de sus anatomías. Se aferran a cada una como si naufragaran. Recorren con el tacto, la vista y el aliento sus relieves teniendo por brújula el deseo. De a poco, la ropa es un capullo que se rompe dejando esculpidas dos estatuas: Sadie en marfil, Estela de ébano tallada. Ya con sus torsos aproximando la simetría, Sadie descubre algo que la seduce: del cuello de Estela pende un rosario, cada perla nacarada y ligeramente translúcida, contrasta fulgurando sobre su piel morena. Desciende en una caída casi vertical, hasta que la cruz y últimas cuentas, son contenidas en la oquedad que forman sus senos. Sadie sonríe sobre su sonrisa, toca cada perla desde el cuello de Estela hasta besar la cruz y el alcázar que la resguarda.
-Que bello rosario –Dice Sadie.
-¿Te gusta? –Pregunta Estela.
-Se te ve perfecto.
-Te lo regalo como un recuerdo, pero debes prometerme algo –Dice Estela.
-¡¿De verdad?! Sería estupendo, pero creo que no luciría tan bien en mí como en ti –Responde Sadie.
-Sí te quedará, de verdad te lo regalo, para que reces por mí un rosario después de que me vaya.
Sadie enmudece un momento.
-No quisiera que te vayas.
-Acéptalo… Qué bien se te ve –Dice Estela colgándole el rosario y llevándole la cruz a los labios.
Se amaron hasta el cansancio, anularon lo circundante, lo ajeno a su entrega mutua. Estela hirió de besos el cuerpo de Sadie sin dejar el mínimo pliegue sin acometer. Le abrazaba, ceñía con sus dedos cada ángulo y eje, zurcía las uñas en su espalda recorriendo la extensión de la columna hasta el declive que forma el sacro con la última lumbar. Sitiaba su cadera, ascendía su cuello; también la sometía entre sus piernas, sonreían, respiraban profusamente, cerraban los ojos en instantes que parecían eternos.
Sadie amó más que nunca a Estela. Quería guardar de ella hasta la mínima transpiración contenida en los poros.
Al final, ya muy tarde, esperaban serenas rendirse al sueño.
Sadie suspiró.
-¿Por qué suspiras? –Preguntó Estela.
-Por tu culpa.
-Te amo –Solo dijo Estela.
-Espero que me extrañes, que no te olvides tan rápido de mí antes de estar con otra.
-Claro que te extrañaré –Respondió Estela besándola en la frente,- tranquila.
-¿Me lo prometes?
-Prometido.
-…¿Estela?
-Dime Sadie.
-¿Pensarás en mi cada que puedas?
En ese momento comenzó a llover.
-Sí, lo haré cada que pueda, muy seguido.
Sadie poco a poco fue durmiéndose. Con cada gota que escuchaba caer, sentía a Estela diluirse lentamente.
Amaneció, el día no era claro. La habitación parecía más quieta que nuca. Un ruido acompasado, lento, proveniente del exterior, inundaba la pieza. La ventana se había quedado ligeramente abierta, parte de las cortinas se había humedecido. Sadie se incorporó para cerrar la ventana. Había nevado y ahora caía una especie de aguanieve. Afuera, en los tejados amontonados, resaltaba la blancura. En las ramas tortuosas de los árboles la nieve se acumulaba y caía. Todo estaba inundado de silencio. La calle era más solitaria que nunca. No se podía ver más allá de cierta distancia debido a una neblina, las casas y los troncos oscuros de los árboles apenas eran visibles.
Sadie cerró la ventana y corrió la cortina. La habitación se hizo más turbia. Se paró frente al espejo, sentía el frío adosarse a su piel desnuda. En el reflejo contemplaba el rosario albergado entre sus senos, las cuentas parecían más opacas, tenían casi el tono de un cielo nublado. En una parte de la superficie se reflejaba Estela en el lecho, inerme y pálida, con un mechón de cabello cayéndole sobre su inexpresivo rostro.
martes, 27 de julio de 2010
L0s Rest0s de un Naufragi0
Perdonen, damas y caballeros, la ausencia tan prolongada de este su Estatuario Soleado A.C de S.V. Tuvimos algunos problemas tecnicos: la base de operaciones se encontraba tomada, pero tras unos meses de sitio, logramos recuperarla y ahora nuestra bandera ondea nuevamente. Gracias.
Antes de otra cosa, le damos la bienvenida al nuevo lector de ES.
A lo que vamos. ¿no ha sentido alguna vez a usted, estimado lector, que todo lo que hace le:
a)sale mal irremisiblemente?
b)le llueve sobre mojado?
c)siente que dios lo odia?
d)a pesar de ingentes esfuerzos para determinades situaciones X, las cosas no salen como deberia salir?
e)todo lo anterior mas casos extraordinarios?
Pues bien, para eso esta entrada està diseñanda. A partir de aqui, se expondran los restos de un naufragio que consitira en 3 volumenes: 1.-Un rosario 2.-Segunda oportunidad 3.- Desicion blues y whiskey en un bar. C/u anteriormente expuesto, pero ahora con mejor pintura, hojalateria, revestido, diseño, +aerodimico-biodegradable-etc................algo de lo rescatable del naufragio.
"nos queda el presente, que ya es suficiente, y no nos debe faltar" -Bunbury, tio!
viernes, 28 de mayo de 2010
PARA ESTAS TARDES DE LLUVIA

ºººpara estos dias de lluvia. tardes en que llueve, en que no llueve, medio llueve. etc
ººº consta de dos bloques la cosa, tengale paciencia, no hay comerciales (...)
SIETE TREINTA Y DOS PM
Cielo prodigioso
violeta gris / rosa pardo;
su ambiguo reflejo bruñendo
la pasiva superficie de los muros.
¿Qué dice la tarde?
su lenguaje es la lluvia dueña de este barrio,
me convence para amarla.
La adoro en las baldosas viejas
bajo el follaje alicaído por las gotas
desde las infinitas escalas en su horizonte
hasta cada fineza
que da la percepción de los sentidos.
La tarde es inabarcable,
para mi,
para la pluma,
aún más para el poeta;
quien osa a frágiles trazos
descomponer la eternidad de su beldad
en un efímero bosquejo de palabras.
IMAGINARTE ACA
Imaginarte acá,
quieta en la lluvia,
soñándote sílfide entre la vegetación mojada.
Donde el agua circundante
matizara tu piel
o formara súbitas cascadas
descendiendo las curvas de tu cabello.
Imaginarte acá
en medio de la lluvia.
Asomándose tu mirada
por la rendija de mi pensamiento.
¿Qué escribirte?
¿Cómo enmarcarte en la nostalgia?
Imaginarte acá,
en esta gris tarde.
Desearte junto a mí
constituye el delirio
de contemplación, añoranza y tinta
en las ondas expansivas del agua
donde tu reflejo ausente busco.