En cualquier mañana plomiza
quiero morirme de ausencia
quiero llegar al final de la lucha;
en la hojarasca seca del traspatio
quemar los fantasmas
y mi rostro y mi nombre vulnerados.
La lluvia no limpia el miedo
arrastra jirones de una escritura purulenta
con la que llené los huecos de instantes inhóspitos:
pensar
es conjurar los demonios
es
escuchar las otras voces.
Mi gato le bufa a mi conciencia
la luz me hiere los ojos,
prefiero los resabios de la tarde
para cursar el litigio de la memoria;
la casa se llena de sombras
los perros ladran a los muertos próximos.
Persigo la comprensión de mis engramas
y rasparme el silencio de los huesos
¿por qué de que más he de habitarme los días?
Necedades del alma:
Suspirar con
pulmones calcinados
disecar
memorias con minucia.
Deseando el deseo
deseando la belleza
deseando la verdad
-¿la
total verdad?-
o al menos mendigándola
fue como supe
que los ángeles se maldicen primero.
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