martes, 24 de septiembre de 2013

SEGUNDOS DÍAS DE RAYUELA




 
 
   
 La primera vez que leí "Rayuela" fue por allá en el verano del  2010. Quizá no sea mucho tiempo, pero para la lectura de cualquier libro lo es. Maduramos, cambian las perspectivas, entre tantas otras cosas, y luego, cualquier lectura posterior también puede cambiar.

Aquella vez un colega me prestó el libro -el buen Jimmy- a cambio de otro título. "Las uvas de la ira", por J. Steinbeck, fue lo que elegí. Total que tras haber leído "Rayuela" en sus dos "versiones" me quedé con una sensación de desconcierto, de andar perdido (todavía recuerdo, aún mucho tiempo más atrás, que alguien me dijo que "Rayuela se tenía que leer en desorden" [¿?]). Ahora, para esta segunda lectura de la obra capital de Cortázar, puedo decir que disfruté más, incluso, tengo la osadía de escribir que entendí mejor, me sentí más copartícipe de la historia. Y no obstante, sigo sintiendo que no la pude entender al máximo. "Rayuela" tiene cierto grado de complejidad, y aún más para los que no tengan el hábito de la lectura (carajo, no me agrada la palabra hábito, quizá sería mejor escribir "síndrome" o "goce"). Digamos que es necesario poseer ciertas nociones previas. Es necesario ubicarse en el contexto de la obra, ese París que fuera centro de referencia de movimientos artísticos y tantas tendencias par excellence. Se hace homenaje al jazz y al blues, que no es el único trabajo de Cortázar dónde se aprecia esta característica.  Hay tintes de filosofía, más literatura, y esa vida bohemia -cette vie bohéme-, que nos van llevando poco a poco a Buenos Aires, al mate, al pucho, al circo y al manicomio; a que juguemos la Rayuela para intentar llegar al Cielo.
Hay que ser lectores cautelosos, atentos, y sobre todo pacientes. La personificación es abrumadora, se leen a todos enteramente humanos. Horacio Oliveira, sarcástico, fatalista y perdido; La Maga, despistada, tierna y sincera; Traveler, convencional, dócil, tranquilo; Talita, objetiva y directa. 

Definiría la obra como un desbarajuste necesario. Tal vez no había otra forma de que se escribiera "Rayuela" para que adquiriera su estructura como tal y que hoy hemos leído así. Literatura que vuelve loco a uno de belleza. 
 Esta segunda lectura, en estos días circundantes, ha sido durante lluviosas y grises tardes de septiembre, que contrastan aquel verano en el que leí la obra; días calurosos, en los que  que varias veces el buen Jimmy y yo íbamos a beber cerveza.



 


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