I.
Ya varios otoños en guerra
y la voz a sal me sabe.
Tengo en la garganta arraigado un silencio
porque mi mente litiga entre ausencia y presencia.
¿De que sirve cualquier búsqueda externa
cuando “ser” ya
constituye en sí un laberinto?
Me mudo la piel de los instantes vivídos
dejo que vayan nutriendo mis raíces
o se pudran entre hojarasca trancurrida.
II.
El pasado es un murmullo,
una crisálida seca que otras formas contenía.
Las cáscaras se van secando y caen
pero quedan fragmentos renuentes,
fibrosados aún a las cortezas más profundas.
III.
Duele el desprendimiento
pero hiere más la memoria.
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