domingo, 9 de diciembre de 2012

LA CIUDAD SIN NOMBRE


 

I.

Donde cualquier tarde se extingue

todavía puedo conjurar el tacto de tus manos.

Parcialmente recupero tu imagen

en las estrellas solitarias cursando el abismo

y siento que la lejanía es abarcable.

El oleaje de estos días te devuelve intermitente

 a esta ciudad donde solo mora silencio

y al murmurar tus ocho letras

siento que tal vez tu esencia sobrevive.

 

II.

Se me queda entrecortado algún suspiro

al rescatar en mí tu primer instante.

Ahí…

intuí el inicio

pero nunca el advenimiento de la noche

en el horizonte de tus ojos, inabarcable.

 

III.

Las calles se fueron borrando

y siempre pretendí que todo perduraría.

El frío  tardó junto con las introspecciones,

entonces lo entendí todo:

en algún lugar de mí te perdí.

 

IV.

El abandono,

el polvo y los ocasos nublados,

se arraigaron en todas partes.

Hay jirones de memoria pendiendo del ramaje seco
de árboles nudosos y huecos

en donde escondí el sueño de ti

pero que abandoné creyéndolo intangible

y permití que la carcoma lo invadiera.

En esta ciudad silente persigo fantasmas de tu voz

pero sólo encuentro mariposas negras

y ceniza de hueso apelmazada en cada esquina.

 

V.

Todo es erosión

hoy no queda más forma de lo que fue.

      -¿de lo que fuiste?-

El olvido no tiene unidad

hay que rogarlo como llovizna

en esta ciudad de espejismos y memoria.

 
 
 

 
 

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