I.
Donde cualquier tarde se extingue
todavía puedo conjurar el tacto de tus manos.
Parcialmente recupero tu imagen
en las estrellas solitarias cursando el abismo
y siento que la lejanía es abarcable.
El oleaje de estos días te devuelve intermitente
a esta ciudad donde solo mora silencio
y al murmurar tus ocho letras
siento que tal vez tu esencia sobrevive.
II.
Se me queda entrecortado algún suspiro
al rescatar en mí tu primer instante.
Ahí…
intuí el inicio
pero nunca el advenimiento de la noche
en el horizonte de tus ojos, inabarcable.
III.
Las calles se fueron borrando
y siempre pretendí que todo perduraría.
El frío tardó junto con las introspecciones,
entonces lo entendí todo:
en algún lugar de mí te perdí.
IV.
El abandono,
el polvo y los ocasos nublados,
se arraigaron en todas partes.
Hay jirones de memoria pendiendo del ramaje seco
de árboles nudosos y huecos
en donde escondí el sueño de ti
pero que abandoné creyéndolo intangible
y permití que la carcoma lo invadiera.
En esta ciudad silente persigo fantasmas de tu voz
pero sólo encuentro mariposas negras
y ceniza de hueso apelmazada en cada esquina.
V.
Todo
es erosión
hoy
no queda más forma de lo que fue.
-¿de lo que fuiste?-
El
olvido no tiene unidad
hay
que rogarlo como llovizna
en esta ciudad de espejismos y memoria.
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