Mírate en el espejo
tú
que diseccionas los días escribiendo
mudándote la piel de cada estación, de cada plenilunio
o escupiéndole a las semanas desafortunadas
sin poder
eludir tu conciencia:
cualquier
lunes sin trabajo
papeleo que
hacer
deudas que
cargar en los bolsillos
para terminar sintiendo
que todo es inescrutable,
sin más,
que todo
sólo es.
Hállate en las multitudes y en los orgías
tú
que te la jalas con lo que sea
que ejerces el sexting con
maestría
y en la oscuridad de los otros descubre
que quizá estamos hechos de los mismos días
del mismo acierto
del mismo error
seducidos por la belleza efímera
y también resignados a decirle adiós.
Teniendo tanto que descubrir, ganar, y finalmente perder
sin poder conciliar en la conciencia
la aglomeración de días y su entramado
el confín de todas las noches, y el sueño y el placer;
¿cómo enfrentar los renglones vacíos
la disección –a menudo innecesaria- de cada día?