jueves, 19 de mayo de 2011

ES INUTIL


Alcohol, deleite y luces. Despilfarras con tus amigos. Bailarinas, un tubo refulgente. Su mesa está ante la tarima. Cigarros, charla y exceso. Quieres olvidar.

En un instante te ataca tu vista y oído, es súbito como una bofetada. Una bailarina sube a la tarima envuelta en una descarga de humo. Reconoces la canción que comenzaron a tocar: esa introducción guitarra y el vocalista al límite de sus agudos. Entre labios sigues la letra: Working from seven to eleven, it really makes my life a drag/Recuerdas.
Una mujer pelirroja es revelada tras el humo que cede. Las luces develan fugazmente sus contornos. Repta en la tarima. La guitarra, excepcional, el órgano y batería contundentes. I’ve really; really been the best of fools/Revizas tu celular. Lo guardas, juegas con el en tu bolsillo. Necesitas sentirlo, no quisieras perder esa llamada. Mínimas prendas cubren a la chica. Al instante en que el requinto adquiere velocidad se contorsiona violentamente. Frota su cuerpo en el tubo con lascivia. I did what I could ‘cause I love you/Prendes otro cigarro. En ella la música se mueve y el movimiento se escucha. How I love you girl, little girl/Luchas por olvidar. Esperas el momento definitivo de la canción. But baby since I/Te traiciona la memoria. Sus movimientos son elásticos. Let me tell you/No consigues explicarte. Arquea su espalda. I really did the best/Tu mente es intermitencia. Quieres yacer entre sus muslos. The best that I could/Y te preguntas si podrías haber hecho más. Sientes la música escurrir en sus pliegues o arrellanarse en el ombligo donde tiene un tatuaje. Watch out! Por fin ese momento: el solo de guitarra. Ella se enreda en el tubo como si fuera manipulada por las seis cuerdas. Llegando hasta arriba, se despoja del sujetador. Al tiempo en que la guitarra termina de gemir, desciende hasta quedar acostada con las piernas abiertas, los ojos cerrados y una fría inexpresividad en el rostro. En ese instante la música se detiene. Son apagadas casi todas las luces, excepto una, que sobre de ella, revela con claridad su anatomía. El inaudito silencio es llenado con aplausos y chiflidos desde varias mesas. Vuelve el estruendo. Reincorporándose, se sacude ese breve letargo.

Said I’ve been crying, my tears they fell like rain/Que líneas. Que blues. Preciso, hiriente y evocatorio. Es consciente de su belleza, en su rostro se traza una pequeña sonrisa. Desde tu mesa alcanzas a distinguir en sus facciones un matiz de sudor, como cristales engastados, y algunos mechones de cabello pegados a su boca. Tus amigos te preguntan por el título de la canción. You had the nerve to tell me you didn’t want me no more/Buscan el olvido. A lapsos lo encuentran, pero luego lo pierden. Efraín, su divorcio; Jesús, deudas y más deudas; Isaí, sin trabajo. ¿Y tú?. Ella completa su actuación bajándose un raído short de mezclilla que apenas cubre. Al descenso de su abdomen, el pubis rasurado atrae tu mirada que luego se conjuga unos segundos con la mirada suya. It kinda makes my life a drag. Baby since I’ve been loving you I’m about to lose my worried mind/Has ido perdiendo la razón. Los efectos del alcohol comienzan... La bailarina baja de la tarima ayudada por un mesero. Invitan a los clientes al privado. Piden otra botella. Vas perdiendo el control. Tus amigos te incitan a pedir a la pelirroja. Accedes. En ella quieres anular tus pensamientos subyacentes.



Es más de medio día cuando despiertas. Estás tendido en la cama. Tu cuarto es desorden, vomitadas y dolorosa lucidez. Te duele la cabeza y el estómago, sientes una súbita nausea. Caminas mareado al baño. Uno de tus amigos duerme en la entrada. Odias la luz de aquel día. Tratas de ordenar y encuentras tu cartera sin dinero y sin tarjetas. Pones más atención a tu miserable espacio: en la mesa, junto con una botella vacía de ron barato, están dispersos muchos fragmentos de cartas y fotografías. Son las fotografías de Angélica. Vuelves a recordar, aunque no quieres, que Angélica se marchó de tu vida. Recuerdas tu soledad, que ella no volverá. No puedes terminar de drenar el absceso purulento de esa herida crónica, lancinante, que no cierra, que aún se infecta de frecuente recuerdo. Revisas tu teléfono celular, la llamaste varias veces. ¿Qué estupideces le dijiste? ¿Qué más pasó en tu embriaguez? Intentas recordar, pero es inútil.

domingo, 8 de mayo de 2011

DECURSO

Desde nuestra ausencia mutua
bosquejo la disparidad de estos días
al sentir en los renglones de mi piel
la febril escritura de tu tacto
una caligrafía de introspecciones sugerir.
En esta sucesión de noches
búsqueda
y matices,
el silencio es otro cauce de ti
cuyos deltas divididos desembocan
en el capricho de nuestras sendas;
en ese momento impensable
donde en el trasfondo del deseo te intuí.
¿Qué eres tú? ¿Qué soy yo?
Nostalgia en la tarde
El vacío de nuestras manos
Tantos laberintos de espejos
nos definen
nos separan.
Se carcomen de abandono
las incipientes miradas
Mueren de a poco
de a lento
las vetas de luz de tu presencia

A medida en que omnívago
el tiempo entre los dos se extienda,
los instantes quedarán gastados
arderán en lenta desintegración
hasta quedar solo cenizas
que si el relego permite
se confundirán entre el polvo ordinario
de los días desteñidos
o quedarán dispersas
en los callejones de las horas recónditas
donde a veces es posible reincidir.