Sé que el
silencio se me pudre en los huesos
y en la
conciencia intento depurar su engrama.
¿No soy yo
aquel del rostro difuso
de la
sonrisa contrariada
o quien dejó
un vaso de anís sobre un libro de Bukowski?
Quizá sí,
quizá no…
Camino en la
calle pero no me sigue mi sombra
me espera en
casa bebiendo whiskey
y añadiendo
días a calendarios atrasados.
“Estas
roto”, murmura cuando ya no hay luz.
La busco,
busco mi rostro, me busco a mí en mi cuerpo,
pero sólo
puedo suturar fragmentos de mi voz
y desterrar
pasados inexistentes de mis ojos purulentos
en el
alfeizar donde creo divisar una luna de melón.
No he podido
dormir tan dulcemente
-en el espejo mi doble es tal vez mi
contrario-
la noche no
cierra del todo el espejo de la conciencia.