jueves, 9 de mayo de 2013

NUESTROS NOMBRES ESCRITOS EN AGUA


I.

Ya profetizaste el silencio
 a pesar de nutrirme las raíces
y conspirar con tu piel hacia mi esencia.
¿Qué me dirás de la lontananza
de los ecos  y de las hojas que aún no caen?
Ahondo en la conciencia de ti
repaso la exactitud de tus lunares
en mis labios relamo tus sabias
tus lindes y renuevo la estela de tu aliento. 

 

II.

No hables del silencio
                        -un lenguaje de arena-
que es difícilmente moldeable;
acaso que mis ojos posterguen
la visión de hojarasca putrefacta
o la introspección de un “yo” en laberintos de agonía.

 

III.

Yo no sé del tiempo la escritura
ni de los bordes de la gloria o el oprobio.
Quiero habitarte plena,
indagar tu centro y latitudes
entre tus muslos concretarnos de lo etéreo;
porque hacia donde los días se diluyen
¿están nuestros nombres escritos en agua?

 

IV.

Más que un gospell de sombras
quiero en el portento de un instante
la continuidad de un lenguaje nuestro
que se desdoble simple y diáfano
            (¿acaso sempiterno?...)
porque no hay medida o descripción
al sentir fuego en nuestros brazos
o calcar en tu pecho las estrellas.

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