Estaba leyendo el capítulo veinte de la novela "El club de la lucha", y en el curso de la narrativa de Palahniuk, ya no leía, me leía.
"…Tenía
veintiuno o veintidós años. Realizaba prácticas en un hospital privado. Yo bostezaba,
era sábado por la mañana y el paciente con el que trabajaba –un junior, lesionado
medular- me dijo: “Tú no haces lo que te gusta, tú estás aquí porque tus papás ya no te quieren en tu casa”. Que hijo de toda su puta madre, no tenía
humildad, ni aún cuándo se salvó de quedar cuadraplégico de por vida. ¿Y yo? Yo,
yo no tenía huevos en esos días, pero sus palabras fueron una bofetada; o que
me escupieran y quemara.
Desde
luego, elegí lo que elegí porque quise y lo amo, pero estaba anestesiado en mi
propia idiocia. Fue como el primer respiro –doloroso- después del coma.
Hoy es distinto, y mejor, mucho mejor.
Hoy es distinto, y mejor, mucho mejor.