La primera vez que leí “El club de la pelea” –en esa vez, era “de la lucha”- fue en formato digital y que dicho sea de paso, ya para ese entonces, la forma y el hábito de los e-books se habían consolidado en mí. No sé si soy yo, sin embargo; pero la lectura digital me deja cierta sensación de vertiginosidad, de como si las páginas se me hubieran escurrido entre los dedos y los ojos, y en mi memoria quedara algo menos. Ahora bien, recientemente he releído “El club de la pelea” en analógico, sí, en papel, y acaso mi vivencia de la historia fue mucho mejor.
Más allá de presentar o no presentar una aversión
a los tiempos modernos de hiperconsumismo, megalomanía y megaconectividad, esta
primera obra del norteamericano Chuck Palahniuk tiene méritos artísticos
suficientes y loables, independientemente del contexto ideológico. El bastión
fuerte de “El club de la pelea” es el matiz y desdoblamiento psicológico, ese
héroe-antihéroe que es Tyler Durden y a la vez no lo es. Así, mediante este
engranaje, Palahniuk entreteje un juego de personalidades y hechos que se
desdoblan en una historia de sabotaje para el consumismo y estulticia de la
sociedad occidental contemporánea. Un oficinista –un godinez- es el encargado
de urdir el plan maestro para el complot ideológico. El oscuro proyecto consistirá en
organizar clubes de la pelea por todo el país, diseminar una especie de ideología
de renovación, hasta dinamitar algún
edificio importante; y aún hacia más largo plazo, acabar con la “sociedad del
progreso” como la concebimos.
Es una lectura sencilla, y no obstante, es esto
una de sus principales virtudes. En ese estilo llano, y oscilando entre la violencia y un juego de introspecciones y extrospecciones; existe un matiz ácido e hilarante en el hilo
narrativo, sin que en algún momento el lector se aburra. Palahniuk supo construir de manera perfecta el
tono de la novela, que se ejecuta sin que le sobren o falten capítulos, o bien,
que caiga en lugares comunes y frases forzadas.
Finalmente, “El club de la pelea” es idóneo para
el lector que busque una historia irreverente y original, con un fuerte
componente de la psique del protagonista. El juego psicológico, de
personalidades, podría describir a cualquier persona que quiera enfrentar sus
debilidades, miedos y obsesiones, y consciente de ellos -o inconscientemente-; crear en dado momento
el Mr. Durden que que emancipe de las formas inservibles para alcanzar
la renovación, y aún tal vez…arder de nuevo.