La mañana apenas se dibujaba. Era lunes, y como en cualquier lunes; parecía haber más contaminación, más tráfico y más preocupaciones. En la parada del camión se encontraban el Tamal y el Fenómeno. Fumaban el primer cigarro del día, claro está, sin haber desayunado. Ya se sentía la fatiga y el estrés de un día pesado que apenas comenzaba, el fin de semana y sus diversiones se habían desvanecido rápido.
-¿Entonces que, Fenómeno, no vas de antro los fines? –Preguntó el Tamal, persona gorda y de calvicie pronunciada.
-No, lo mío es echar la chela banquetera –Contestó el Fenómeno, joven delgado cuyos cabellos despeinados se agitaban al viento creado por los autos. El camión aún no pasaba.
-¿Entonces que, Fenómeno, no vas de antro los fines? –Preguntó el Tamal, persona gorda y de calvicie pronunciada.
-No, lo mío es echar la chela banquetera –Contestó el Fenómeno, joven delgado cuyos cabellos despeinados se agitaban al viento creado por los autos. El camión aún no pasaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario