domingo, 3 de enero de 2010

LUZ SELENE




Incipientes lectores de Estatuario Soleado, a continuacion nuestra siguiente creaciòn, Luz Selene, una pequeña prosilla que esperemos sea de vuestro agrado; y si a alguien no, puede ir a checar mail.

antes de pasar con Luz Selene, la casa invita el siguiente aperitivo: CUANDO LA LUNA ES MELON por Ana Akhmatova e ir preparando esta lunatica/lunosa/lunaria/luneada entrada.
Cuando la luana es de melòn una tajada en la venta
y en redor es la calina cerrada la puerta y la casa encantada
por las azules ramas de glicinas y en la fuente de arcilla hay agua fria
y la nieve del paño y arde una bujia de cera
tal que en la niñez, mariposas zumban
la calmam que no oye mi palabra, retumba
entonces de lo negro de rincones rembradtianos algo se ovilla de pronto
y se esconde allo a mano, pero no me estremezco, ni me asusto siquiera...
la soledad en sus redes me hizo prisionera
el ganot negro el alama me mira, como ojos centenarios
y en el espejo mi doble es tal vez mi contrario.
Voy a dormir dulcemente, buenas noches, noche.


Applausses, s' il vouz plait...... y ahora: LUZ SELENE
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A veces en las noches, Luz Selene me desafía seductora a perseguirla entre los cerezos, pero por más que la busco, ella me aventaja siempre, oigo su risa de agua retándome a encontrarla, y que si lo hago, Luz Selene se dejará querer. Luz Selene sabe que la amo, que todo dejaría por ella, pero se encapricha juguetona entre nocturnos laberintos. Risueña, le gusta perderse entre callejones y glorietas, vanidosa se mira en los charcos y eternamente es silenciosa. De puntitas, es tanto su sigilo que ni a los gatos funámbulos en el cableado de las casas inmuta; Luz Selene me pide que la ame bajo tejados de refulgentes azulejos.
Le digo: “¡ven acá! y ella responde “¡aquí estoy!”, y aunque aguate la risa, escucho su respiración delatándola de entre las grietas más complicadas. Le prometo un beso si deja de ser tan fugitiva, pero ella me oferta mil si logro tenerla entre mis brazos. Y ahí caigo yo, preso del engaño, engañado por la claridad de su piel en la que quiero tener un espacio; porque cada vez que la prefiguro entre sueños, es el sueño quien me dice que ella es tan solo un imposible sueño, inasible como la bruma, y sobre espuma erigido.
Nunca puedo olvidar a Luz Selene, la encuentro en todas partes, en el marfil de las teclas del piano, en el vaho que se forma cuando miro por la ventana, o bien al pegarme a los labios la porcelana de una taza de café. Y ahí en el café siento la amargura de no poseerla, y no por el café, sino por ella, sé que no dormiré. Entonces en noches como estas, en las que el insomnio, la locura, pasión y hastío tienen de común denominador a Luz Selene, mi Luz Selene, empiezo a tejer la nostalgia utilizando de bastidor las palabras, desciendo las escaleras pidiendo encontrar su imagen en cualquier cosa, a través del tragaluz, en el brocal del pozo, sobre el espejo injertándome un beso en el cuello; quieta en la lluvia sonriéndome. Y Luz Selene no estará ahí ni en ninguna parte, desertora siempre de mí, tentándome a quererla desde alguna calle inexistente, a través de los cerezos o por las rutas de la noche. Y desde aquí, desde el alfeizar de mi ventana, aunque lejana, se que ella también me quiere en la profundidad del horizonte, y que yo también la quiero; a pesar de que cientos de universos nos separen en este instante.

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