4 DE NOVIEMBRE:
3:35 A.M.
Llovió, las luces y los charcos
crean reflejos temblorosos. La calle y la madrugada son apenas un murmullo. Dos hombres
caminan abrazados, su andar es desgarbado. Su charla es ininteligible.
Van jubilosos. Uno bebe de una botella de ron. Entran a un edificio y al poco
tiempo solo sale uno de ellos.
5:15 P.M.
En el departamento todo es quietud.
A pesar de la hora, las cortinas no se han abierto. Se escuchan ruidos que
hacen los vecinos y un celular. Suena con insistencia, casi cada minuto, y así
lo ha hecho desde hace media hora.
5:55 P.M.
-¡Ese perro no contesta! -Dice
Edgar pegándole con su puño a la mesa y guardando el celular. Le da un trago a
su cerveza. Todos están en un pequeño cuarto. Del exterior llegan gritos y
pruebas de audio. Jen, sentada en el suelo, fuma y marca con su celular. Toño,
en frente de ella, tiene la mirada perdida. Fuma aún más deprisa que Jen y va
por su tercera cerveza, también revisa su celular aún con mayor insistencia que
los demás. Mueve los pies con impaciencia.
-Quizá ya venga –Dice Jen.
-Que no joda. Ya tenía que estar
aquí, sabe que esto está lejos –Le responde Edgar.
-Quizá tuvo algún contratiempo
–Dice Jen.
-¡Que puto contratiempo va a tener!
Siquiera que avise –Dice Edgar-… y deja de defenderlo.
Jen no responde, mira a Toño, pero
este tiene el celular en la oreja, niega que alguien le haya respondido.
Entonces entra Katy, al abrir la puerta los ruidos del exterior se incrementan.
Se escuchan chiflidos, gritos y la banda que toca.
-Hablé con el coordinador, pero no
aceptó aplazarnos. Aparte dijo que tenemos que tocar como nos registramos, de
lo contrario estamos casi eliminados, y que nadie puede ser suplido por
miembros de otras bandas –Dice Katy.
Edgar maldice. Jen se queda callada
y mira pensativa hacia el exterior. Toño sigue insistiendo con su celular.
-Puta madre, Katy, pues si no
aparece ese imbécil, le entras tú –Dice Edgar.
El tiempo se sucede lento. Toño
sigue marcando, cada vez espera menos entre los intentos de llamada. Le pega al
suelo con el puño.
-¿Aún no contesta verdad? –Le
pregunta Edgar.
Toño niega con la cabeza y se lleva
las manos a la cara. Se reclina aún más en la pared, casi recostándose en el
suelo. La puerta se vuelve a abrir y entra un hombre con unas hojas en la mano.
-Es su turno Afterlife. Hemos tratado de esperarlos lo más posible. Katy habló
conmigo y veremos que decide el jurado. ¿O prefieren que los anunciemos como
descalificados?
Edgar se niega. Le da un último
trago a su cerveza y sin decir algo a los demás, sale quitándose la playera
quedando solo en camiseta. Toño se incorpora, tira la cerveza, patea una silla y escupe. Katy mira a Jen, Jen trata de
explicar con un gesto que tampoco sabe donde está.
Son presentados al salir. Los
bateristas, al fondo del stage, miran
a Katy. Ella toma las baquetas, de soslayo mira su puesto desocupado en el
teclado, se pregunta si podrá dominar el doble bombo. Toño prueba algunas
notas, siente que las piernas le tiemblan, “¡Carajo!.”
se dice. Jen afina y Edgar se ajusta la correa de su guitarra. Katy marca
el inicio y comienzan a tocar su primer cover….
Terminando regresan al cuarto donde
estaban. Jen va pensativa, Katy cabizbaja y Edgar le da un puñetazo a la pared,
-¡De la chingada! –Exclama Edgar.
Toño va al final, se detiene antes
de entrar al cuarto, se queda mirando al suelo. Suena su celular y contesta.
-¿Bernardo?, Sí, acá estamos todos.
¿Qué pasa?
****
5 DE NOVIEMBRE:
4:45 / JEN – BAJO Y COROS
Llueve, la tarde es sombría. En la
mente de Jen resuena: Love me two
times babe, love me twice today. Sentada frente al tocador, Jen trata de ya
no llorar. Sobre el espejo tiene apoyado un vinilo. Se comienza a peinar.
"Hoy, hace un mes, me dedicó “Love
me two times”, y hasta me regaló el vinilo. Y ahora no parece cierto, nunca
pensé que se terminaría así. Nos perdonamos tanto, lo odié, lo amé, ¿y
ahora?"... Piensa Jen. Suspira. Solloza. "Si todo hubiera salido
bien, seguiríamos celebrando, o tal vez él y yo estaríamos a solas. Nos lo merecíamos,
cinco años en todo esto. Estamos donde iniciamos: en nada. Olvidar
duele." Termina de peinarse. Está pálida, tiene los ojos rojos y ojeras.
Se pone un abrigo. Abre un cajón y saca unas baquetas. Tomando un paraguas se
va.
Edgar espera bajo un techo a que la
lluvia aminore. Fuma, contempla en las baldosas el curso caprichoso del agua.
"Pudimos haber ganado, lo teníamos todo. Faltaba poco. Tanto ensayo a la
mierda…Quizá no fue culpa de nadie, ¿pero porque embriagarse una noche antes,
porque?... El alcohol es el gran problema de ese idiota, y arrastró a quien no
tenía la culpa. Le diré que se largue, conseguiremos quien toque los solos, y
aún mejor que él. Aunque hayamos perdido una oportunidad de grabar y telonear
en algún concierto mayor, Afterlife no
se acaba. Estoy seguro de que si él lo
pudiera decir, nos pediría que siguiéramos; incluso sin él. Era un buen
baterista, pero sobre todo, un buen amigo."
La lluvia va disminuyendo. Edgar
siente frío y se cruza de brazos.
Un amplio salón. Hay pinturas en
las paredes. Al fondo se sitúan una batería y unos teclados; al centro, en su
Steiway, Katy interpreta Metamorphosis 2 de
Philip Glasss. En el banco donde está sentada tiene unas fotografías de John
Lord y Gary Brooker. La madre de Katy toca la puerta.
-Adelante –Dice Katy, dejando de
tocar.
-¿Quieres que te lleve?
-No, iré sola.
La madre parece contrariada.
-Haz lo que quieras. Yo te dije que
esos tipos no te traerían nada bueno. Reconsidera irte a Viena. Sabes que tu
problema no es el dinero, no sé donde han quedado los principios que te
inculqué -Responde la madre saliendo.
Katy no vuelve a tocar. Contempla
las fotografías. "Estoy harta, no puedo seguir. Tal vez sí tendría que
irme a Viena y seguir con el piano". Suspira. Mira la batería y los
teclados. Luego toma las fotografías y las contempla fijamente. "A los
diecisiete escuché Moby Dick y quise
aprender percusiones; mamá dijo que eso no era para una señorita. Escuchando a
Deep Purple mamá dijo que era despreciable mezclar esa música con lo grande un
órgano; ¿y ahora esto? No seguiré sin Elias. Yo tuve algo de culpa por lo de
ayer: no estuve a la par de los demás."
Bernardo, hermano mayor y único
familiar de Elías, fue el primero en llegar. El viento arrastra la llovizna. La
tumba ya está sellada. Después de Bernardo llegó Jen, luego Katy y al final
Edgar. Contemplan la lápida, las flores y las baquetas que Jen colocó. Bernardo
es el primero en decir algo.
-Gracias por su ayuda.
-¿De que? Estamos contigo –Responde
Jen.
La última vez que hablé con Elías
me contó de la banda, que por fin tenían un nombre definitivo: Afterlife; y que ahora si estaban a punto de grabar. Me
organicé para detener mi trabajo y venir. –La voz de Bernardo se va quebrando-.
Como seis y media ya estaba en el departamento, pero al entrar nunca me hubiera
imaginado encontrarlo ahí; sin vida en el sillón... les hablé del celular de
él, tenía tantas llamadas perdidas de ustedes, luego comencé los trámites. De
la autopsia dijeron que fue por el alcohol; broncoaspiró.
Bernardo llora. Katy lo abraza. Jen
y Edgar se contemplan. La llovizna produce una suave cadencia de sonido seco
sobre todo lo que cae.
-Ninguno de nosotros sabía que
ellos saldrían en la noche. Lo improvisaron, Elias era quien más ensayaba,
supongo que tenía ganas de relajarse –Le dice Edgar a Bernardo-. Vi mal a Toño
cuando me contó ayer, ya íbamos en camino a reunirnos contigo.
11:56 P.M./ TOÑO – SEGUNDA GUITARRA
En la lluvia, Toño eligió un
callejón oscuro y sucio. "Soy un hijo de puta, una mierda, una miseria.
¿Cuál era el caso de empedarnos ayer con esas viejas?; y aun así le dije que
fuéramos. Estábamos a punto de lograrlo, el esfuerzo no justificaba tanto
desmadre. Lo traicioné y traicioné a Jen, a Edgar y Katy. Elías era casi mi
hermano y yo lo dejé solo, él sí se hubiera quedado a cuidarme. Soy un pendejo,
si al menos hubiera ido a ver como seguía, me confié de vernos en la tocada. ¿Cómo
mirar a los demás?, ¿como sentirme frente a su hermano quien también me ayudó varias
veces?; ¿cómo…?"
De su chamarra saca una .22 corta,
se encañona en la nuca y dispara.