martes, 25 de agosto de 2009

DIALOGO PARA SADIE, VIKTOR Y UNA CATARINA

ºSadie, just smile dear, make them thakfull for every breath....
ºalguien sabe que comen las catarinas?, en ES no estaria de mas saberlo.

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Sadie era una niña, jugaba sola en casa. Repentinamente, del cuarto de sus padres, escuchó gritos como en otras ocasiones.
-¡Eres un maldito mal agradecido! ¡¿Cómo carajo pudiste hacerme esto?! ¡¿Por qué no me lo habías dicho antes?!...-Gritaba su madre. Se escuchaban golpes y objetos caerse, la discusión continuó por más tiempo.
-¡Arréglate niña, ahora mismo nos vamos! –Gritó su madre al salir. Fueron los tres a un barrio muy pobre que Sadie desconocía, llegando a una casa de aspecto hediondo rodeada de charcos, maleza y chatarra. Los recibieron un señor y una señora. Dentro, los padres de Sadie y aquellos señores estuvieron discutiendo. Sadie jamás olvidaría cuando en la pobre sala apareció un niño de apariencia insana, más o menos de su edad, que vestía harapiento; pero lo más lastimoso era una malformación en toda una mitad de su rostro, y al caminar, cojeaba debido a alguna anomalía. El niño comenzó a llorar; entonces, apareció una muchacha que era su madre. El padre de Sadie no alzaba la mirada, su madre contenía en sus ojos rojos el llanto y el coraje. Sadie comprendió lo que pasaba. Su padre había embarazado a aquella muchacha, y aquel niño de aspecto lamentable era su medio hermano.
Sadie no supo en qué concluyó todo. De regreso, ella y sus padres pasaron a una tienda donde vendían papalotes.
-¿Quieres un papalote? –Le preguntó su madre. En realidad, Sadie no deseaba nada.
-¡¿Qué si quieres un papalote?!, te pregunto –Volvió a decir su madre.
-Si –Apenas contestó Sadie, eligiendo uno rojo.
Antes de que llegaran a casa pasaron a un gran llano.
-Puedes ir a volar el papalote, aquí te esperamos –Le dijo su madre. Obedeció porque sabía que sus padres seguirían discutiendo.
Ella volaba el papalote sin convicción. La tarde era soleada, en el llano destacaba un gran árbol del que Sadie estaba cerca. Un chico se acercó a ella, tendrían los dos la misma edad.
-Hola, ¿me dejarías volar tu papalote solo un rato? –Dijo el recién llegado.
-Hola…si, ¿por qué no?
Y el niño dejó al papalote elevarse mucho más. Sadie se estremeció y sintió que llegaría a tocar el cielo. Al seguir su vuelo se deslumbró cuando el papalote pareció disolverse en el inescrutable disco solar. Súbitamente, se soltó una fuerte ráfaga de viento, el niño perdió el control y el papalote se enredó en el árbol. Los dos se miranron, Sadie solo alzó los hombros, el niño estaba apenado.
-Lo siento, no era mi intención dejar que pasara esto.
-No te preocupes, no importa, en realidad yo no lo pedí.
Se hizo un silencio incomodo.
El chico hizo más intentos por bajarlo, pero sólo consiguió que la cuerda se rompiera.
-Ya, te digo que no te preocupes, sé que no lo hiciste a propósito.
-En verdad lo lamento, me siento tan mal, tu papalote era genial. –Y el niño se sentó cabizbajo a la sombra del árbol. Sadie hizo lo mismo, los dos escudriñaban la hierba.
-¿Y cómo te llamas?
-Sadie, ¿y tu?
-Viktor.
-Mira, Sadie, te regalo esta catarina por lo de tu papalote. –Dijo Viktor atrapando al insecto de la hierba entre sus pequeñas manos y depositándolo en las manos de Sadie, ella rió un poco.
-Muchas gracias, pero, ¡¿y qué comerá?! –Dijo sorprendida.
-¡Tienes razón! -Dijo Viktor arrancando un pedazo de corteza del árbol-, toma esto.
-¿Pero estás seguro que comerá esto?
-Si, y si no, ella misma buscará su comida, las catarinas son listas, y esta es tan roja como tu papalote.
-Bueno…muchas gracias. Tengo que irme Viktor, adiós. –Dijo Sadie levantándose y manteniendo la catarina entre sus manos.
-Claro Sadie, adiós.
Antes que ella diera unos pasos más para volver a donde estaba sus padres, Viktor le dijo:
-Sadie, ¿vendrás aquí otra vez? ¿Mañana por ejemplo?
Ella se quedó pensativa.
-Mmm.. si vendré, nos vemos mañana, ¿te parece?
-Está bien, hasta mañana entonces, Sadie –Dijo Viktor agitando una mano.
Llegando donde se quedaron sus padres, Sadie notó algo de inmediato. Tan solo estaba su madre sentada en la banqueta, con las manos cubriéndose el rostro.
-Mamá, ¿dónde está papá?
-Hija; papá hoy no regresará –Contesto su madre descubriéndose el rostro.
Y tampoco regresó al día siguiente, ni después del siguiente. Pasaron tardes incontables en las que Sadie estuvo con Viktor y su padre no regresaba. Los padres de ella pensaron que con lo del papalote se olvidaría de todo, pero no fue así. A la mañana posterior, Sadie se dio cuenta de que su catarina había escapado

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