viernes, 19 de febrero de 2010

NUMERO NUEVE: NUNCA FUI CREYENTE



ººº........lo prometido es deuda, desde la heroica Puebla de Zaragoza donde las armas nacionales se cubrieron de gloria; a Madrid, para Lena, al haber inspirado un componente de este instante

ººº pensando sobre esto, que porqueria de mundo.

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NUMERO NUEVE: NUNCA FUI CREYENTE


-Ave María purísima –Se escucha la voz decrépita de un sacerdote.
-Sin pecado concebida –Responde el alma errante en turno.
Lóbrega, fría y amplia, en la nave de la iglesia se escuchan débiles pasos, ecos y cuchicheos. La escasa iluminación permite que las sombras sean casi perpetuas. Pocas personas esperan la confesión, en la fila una mujer llora junto a Sadie, y ella le ofrece un pañuelo.
-Gracias –Acepta la mujer secándose las lágrimas.
-De que –Responde Sadie dándole otro.
-Con lo que traigo me acabaré sus pañuelos.
-No se preocupe, para eso son.
-Le agradezco, ya ve, es el peso de todo.
-Entiendo, debe ser algo grave. Tómelo como un desahogo, una preparación, o lo que sea que le ayude.
La mujer cubre su rostro ente las manos, se controla un poco y dice:
-Yo no estoy bautizada, nunca fui creyente. Nací en un hogar jodido, a los nueve años mi padrastro comenzó a prostituirme, a los catorce tuve a mi primer hijo y seguí prostituyéndome porque no supe de otra forma para sobrevivir. Cuando se es niña una quiere jugar con muñecas y no con penes, se quiere estar con otros niños y no en cuartos con malditos bastardos que te violan.
Sadie toma unos segundos antes de contestarle fijando su mirada en una pintura de la crucifixión.
-Diga lo que le diga, no le aliviaría todo ese dolor, yo no sé que hubiera hecho en su lugar. No sé cómo pueda ayudarla. Me impresiona lo que acaba de contarme.
-Está bien. No entiendo, en verdad no entiendo. Vine a que me expliquen porque pasan estas cosas. ¿Qué puedo esperar de la vida, de mí, o de la demás personas? ¿Por qué la gente es cómo es? ¿Cuál es el fin de todo?
Sadie alzó los hombros.
-No lo sé, también me lo he preguntado. Dicen aquí que por lo del libre albedrío, ¿no?
-Sí, eso del libre albedrío que nos permitió Dios; es tan fácil ser Dios…
-Así es… y tan complejo es ser esto que somos –Dijo Sadie necesitando tomar la mano de aquella mujer.

1 comentario:

Helena Luna dijo...

Siento no haber comntado en tanto tiempo, pero es que no he tenido tiempo. He leído tus "números" del uno al nueve, seguiditos, de nuevo. Me hace tanta ilusión que algo que colgara yo haya dado lugar a este texto... Me da hasta vergünza, fíjate... Un 10, Sadie, un diez con todas sus redoncedes y todo lo que significa.
Besazos desde la lluvia de Madrid.
Lena