TITULO: "AZTECA"
AÑO DE PUBLICACIÓN: 1980
PÁGINAS: 867
AUTOR: GARY JENNINGS - ESTADOS UNIDOS
“Azteca” es un libro del que escuché hablar muchas veces en entornos familiares así como entre algunos conocidos.
Muchos comentaban su asombro de esta “novela histórica”, remarcaban los pasajes
que más les habían impresionado y así, mucho, mucho ruido. Finalmente, leí dicho título y lo siguiente fueron mis impresiones.
Gary Jennings nos presenta “Azteca” en la forma
de una narración en primera persona. Justamente un mexica o azteca que en
propia voz irá describiendo algunos aspectos de su vida antes de la llegada de los españoles. Este azteca –Mixtli-,
ha sido un sobreviviente y testigo de la conquista, e irá compartiendo los
fragmentos dispersos de su vida a manera oral ante un grupo de monjes y
misioneros, encomendados por el rey de España.
De esta manera, las casi novecientas páginas del
libro relatan un hito de memorias, sucesos y experiencias de un hombre. En
medio de este funcionamiento, el lector –sobre todo el mexicano- se irá topando
con ciertos conceptos que siguen vigentes en nuestra cultura, ya sea el uso del
lenguaje, lugares como Coyoacán, Tlaxcala o Cuernavaca, y por ahí muy
escondido, La Maliche y Juan Diego.
Aunque esta novela, de cierta forma histórica,
pudiera parecer difícil, es en realidad una lectura muy accesible que fluye sin
mayor complicación entre algunos hechos históricos de la conquista de Tenochtitlán
y la vida prehispánica de México. “Azteca” goza de esa inmediatez que
caracteriza a los best-sellers, y es
por ahí dónde muchos se pueden enganchar, inclusive no siendo lectores
frecuentes. “Azteca” es idónea para quien busque una
historia de largo plazo, entretenida, llena de diversos hechos y acción.
Ahora bien, siendo un poco más estrictos, a mí me pareció que el mecanismo narrativo se vuelve insuficiente, o más
bien, repetitivo, todo transcurre en la psique del protagonista mediante la sucesión de estos capítulos narrados, lo que en dado momento, al menos personalmente, me comenzó a aburrir. Y es ahí donde
no se percibe mayor esencia. Mixtli es leído como una serie de hechos pasados y
sin la mayor complejidad, no se le percibe una mayor humanidad.
Segundo, algo que siento que demerita la
historia, o la hace menos fuerte -sin cuestionar si esa era o no la intención
del autor (parece que el autor vivió doce años en México, con el fin de investigar para escribir la novela)- es el hecho de un protagonista que se enfrentó a un evento que
marcaría no sólo su vida, sino que cambió el curso y la vigencia de una
civilización. Vivir, atestiguar y sobrevivir a una conquista, para que luego
otras creencias y formas de vida sean impuestas, es un conjunto de experiencias
que en primeros términos resulta incomprensible. Imaginemos que en dado momento
nuestra civilización contemporánea se ve conquistada por una raza superior, con
la consecuente imposición de ideas y religión, etc. ¿Cómo manejar tal reseteo
titánico? ¿cómo reaccionar a un fenómeno sin precedentes? La respuesta desde
luego no es inmediata, y en “Azteca”, algo de esto ocurre como cualquier otra
cosa. Leemos a un Mixitli relatando memorias sin más, como hechos aislados sin
relación con un futuro –presente- donde todo cambió desmesuradamente.
En conclusión, “Azteca” puede ser el ejemplo del
libro bastante entretenido, que de cierta forma, marcó un lapso en la visión
literaria de cierta generación (algo cómo “Caballo de Troya”). Vaya, gente
común que sólo buscaba una historia en la que hundirse placenteramente, con lo
cual estoy de acuerdo, así sea ”Azteca”, P. Cohelo, o las sombras del Gray
(Borges defendía la lectura hedónica, ante todo). Y bien, “Azteca” puede proporcionar de estos hundimientos tan ricos.
Con algo de morbo, y seguro por la publicidad de boca en boca, este libro gozó
–y parece que todavía- de una popularidad en cierta forma continua. Sin
problema, la mayoría de los lectores no quisquillosos se irán perdiendo en sus
páginas, sobre todo si hay que enfrentar muchas horas de autobús o vuelo.
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