...-¿Se dirige a las tiendas, señorita Sadie? –Le preguntó un señor.
-Así es señor, no he comprado nada y apenas empezaré, supongo que me alcanzará el tiempo –Contestó ella.
-Yo pienso que si, señorita. ¿Con quienes pasará esta noche?
-Vendrá mi familia y mis amigos a casa, ¿no gusta?
-Oh, como lamento rechazar la invitación. Y más viniendo de usted que es tan guapa, es un honor; pero no podré porque a mi casa también vendrán mi familia y amigos. ¿Sabe?, haré muchas compras, daré muchos regalos, todos ellos muy costosos. Compraré demasiadas cosas y algunos licores exquisitos de los que no me permitiría el lujo en otra fecha; sería un placer compartir con usted en otra ocasión si me lo permite.
-Sí, me gustaría mucho. Entonces ya es un hecho –Dijo Sadie levantándose de su asiento por que se aproximaba el lugar para bajar.
-Bueno, hemos quedado –Dijo el señor que también se levantaba.
Ambos bajaron en el mismo lugar, el señor ofreció su mano para que Sadie descendiera.
-Gracias, le deseo que pase una buena noche –Dijo Sadie.
-Igualmente querida Sadie, también que pase una buena noche y ya estamos de acuerdo.
Se despidieron ambos con un abrazo.Sadie caminó y estuvo hasta tarde en todas las tiendas comprando, todas estaban llenas y en algunas tardó mucho aunque solo comprara poco. La gente iba y venía, venía e iba. Las avenidas estaban atascadas, a ambos lados de las calles se disponían puestos vendiendo toda clase de cosas: naranjas, cañas, tamarindos, licores, cigarros, comida grasienta, papel mache, papel crepe, papel china, papel celofán, papel para cartas, para escribir y para desperdiciar. También se vendían canapés, puros, ajenjo, cosas que no podemos decir aquí, computadoras, estéreos, cafeteras; café para las cafeteras. Perritos, mininos, (alguien por ahí se jactaba de ofrecer por un módico precio al autentico Minino de Cheshire). Gaseosas, sodas, refrescos y pop y como quiera que se le conozca a esta bebida. Té de hierbabuena, té verde, té de tila y té negro. Se vendían también pavos, faisanes, codornices, avestruces, changos, leones y koalas. Juegos de té, botiquines, cajas de herramientas para dentistas, plomeros y herreros. Ventrílocuos y cajas para ventrílocuos. Felicidad en botellitas, amargura al mayoreo, paz, serenidad y esperanza traídas desde exóticas tierras anteriores al primer pecado, odio envuelto y cocinado en hojas maíz, ilusión en cajas de espejo que la multiplicaban infinitamente. Miles de variedades de cerveza, whisky, runas, piedras pulidas por ríos ya secos (estas eran muy caras). Galletitas de jengibre con forma de humano cuyos ojos eran chispas de chocolate, con chaleco de glas sabor piña, los botones del chaleco eran tres gomitas sabor fresa, sandía y kiwi; cuya sonrisa era de jalea de higo, (aunque también las había en versión de tristeza). Sadie compró un poco de todo esto y algunas cosas más que es inútil mencionar. Regresó a su casa cuando el atardecer agonizaba en el horizonte desplegando pinceladas naranjas y violetas. Tres estrellas solitarias se asomaban primeras en el celaje y parecían querer decirle algo, como si solo ella pudiera entender su mensaje...
-Así es señor, no he comprado nada y apenas empezaré, supongo que me alcanzará el tiempo –Contestó ella.
-Yo pienso que si, señorita. ¿Con quienes pasará esta noche?
-Vendrá mi familia y mis amigos a casa, ¿no gusta?
-Oh, como lamento rechazar la invitación. Y más viniendo de usted que es tan guapa, es un honor; pero no podré porque a mi casa también vendrán mi familia y amigos. ¿Sabe?, haré muchas compras, daré muchos regalos, todos ellos muy costosos. Compraré demasiadas cosas y algunos licores exquisitos de los que no me permitiría el lujo en otra fecha; sería un placer compartir con usted en otra ocasión si me lo permite.
-Sí, me gustaría mucho. Entonces ya es un hecho –Dijo Sadie levantándose de su asiento por que se aproximaba el lugar para bajar.
-Bueno, hemos quedado –Dijo el señor que también se levantaba.
Ambos bajaron en el mismo lugar, el señor ofreció su mano para que Sadie descendiera.
-Gracias, le deseo que pase una buena noche –Dijo Sadie.
-Igualmente querida Sadie, también que pase una buena noche y ya estamos de acuerdo.
Se despidieron ambos con un abrazo.Sadie caminó y estuvo hasta tarde en todas las tiendas comprando, todas estaban llenas y en algunas tardó mucho aunque solo comprara poco. La gente iba y venía, venía e iba. Las avenidas estaban atascadas, a ambos lados de las calles se disponían puestos vendiendo toda clase de cosas: naranjas, cañas, tamarindos, licores, cigarros, comida grasienta, papel mache, papel crepe, papel china, papel celofán, papel para cartas, para escribir y para desperdiciar. También se vendían canapés, puros, ajenjo, cosas que no podemos decir aquí, computadoras, estéreos, cafeteras; café para las cafeteras. Perritos, mininos, (alguien por ahí se jactaba de ofrecer por un módico precio al autentico Minino de Cheshire). Gaseosas, sodas, refrescos y pop y como quiera que se le conozca a esta bebida. Té de hierbabuena, té verde, té de tila y té negro. Se vendían también pavos, faisanes, codornices, avestruces, changos, leones y koalas. Juegos de té, botiquines, cajas de herramientas para dentistas, plomeros y herreros. Ventrílocuos y cajas para ventrílocuos. Felicidad en botellitas, amargura al mayoreo, paz, serenidad y esperanza traídas desde exóticas tierras anteriores al primer pecado, odio envuelto y cocinado en hojas maíz, ilusión en cajas de espejo que la multiplicaban infinitamente. Miles de variedades de cerveza, whisky, runas, piedras pulidas por ríos ya secos (estas eran muy caras). Galletitas de jengibre con forma de humano cuyos ojos eran chispas de chocolate, con chaleco de glas sabor piña, los botones del chaleco eran tres gomitas sabor fresa, sandía y kiwi; cuya sonrisa era de jalea de higo, (aunque también las había en versión de tristeza). Sadie compró un poco de todo esto y algunas cosas más que es inútil mencionar. Regresó a su casa cuando el atardecer agonizaba en el horizonte desplegando pinceladas naranjas y violetas. Tres estrellas solitarias se asomaban primeras en el celaje y parecían querer decirle algo, como si solo ella pudiera entender su mensaje...
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